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¿A QUÉ TE SABE COMER?

“Llegué a Italia consumida y enclenque. Entonces no sabía lo que me merecía. Puede que aún no sepa bien lo que me merezco. Pero sí sé que en los últimos tiempos me he reconstruido a mí misma disfrutando de placeres inofensivos y que hoy soy una persona mucho más pura. Para explicarlo, lo más sencillo y entendible es decir: He engordado. Ahora existo más que hace cuatro meses”.
Elizabeth Gilbert “Comer, rezar, amar”
Al escribir este artículo, no pude evitar pensar en esta obra de fama mundial de Elizabeth Gilbert, que fue llevada al cine hace un par de años protagonizada por Julia Roberts. Este libro cuenta la aventura de la autora en tres diferentes países, buscando su felicidad y equilibrio interior después de atravesar un divorcio.
Italia, el primer país descrito en la obra de Gilbert, representa el descubrimiento del placer que nos puede dar  “el buen comer”. Y más allá de ello, muestra la importancia de aprender a disfrutar de la vida, aprender a hacer de los pequeños detalles un motivo para ser felices, para sonreír y para vivir a plenitud.
Yo creo firmemente que comer puede ser esto y más. Hacer nuestro cada sabor y textura, cada combinación de alimentos y disfrutarlo sin culpa, fortalece esa parte de nuestro equilibrio interior de la misma manera en que lo logra el poder bailar con toda la energía y alegría posibles, o bien acariciar a nuestra mascota con todo el cariño del que somos capaces, besar intensamente a quien amamos, escuchar la hermosa carcajada sincera y espontánea de un niño, oler un perfume y hacer un recuento delicioso de recuerdos… si nos fijamos bien, todo se resume a ser cómplice y aliado de nuestros sentidos, sea el olfato, la vista, el tacto, el oído o el gusto… comer bien es hacer una fiesta en nuestra boca y fortalecer la convicción de que nos merecemos disfrutar de la vida.
Y el buen comer no necesariamente implica platillos sofisticados o gastar grandes cantidades, basta con poner nuestro sentido y nuestra energía en agradecer la posibilidad de saborear, de sentir más allá de lo físico cada bocado, de hacer del momento un ritual de plenitud y simplemente… dejarnos llevar.
Nunca me cansaré de buscar pretextos para vivir mejor, para hacer de la aventura del día a día algo que vale la pena, hoy quise hablar de cómo algo aparentemente tan práctico y físico como la comida, puede interpretarse de manera tal que nos permita crecer interiormente.
Se vale pues, comer. Se vale también, disfrutarlo. Buen provecho!
De corazón, Mar Barbosa.







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