Pregunta
fuerte, diría yo. No resulta fácil ir por la vida siendo nosotros mismos,
diciendo lo que pensamos, pidiendo sin miedo lo que necesitamos, actuando
conforme queremos y creemos. No, eso no sucede con frecuencia.
Por
el contrario, desde pequeños aprendemos perfectamente el “arte de aparentar” y
nos volvemos maestros en ello conforme pasan los años.
Sabemos
cómo mostrar nuestra mejor sonrisa a pesar de estar recibiendo ofensas o
discriminación. Manejamos fácilmente un “lo siento, yo tuve la culpa” ante una
clara injusticia, con tal de no molestar o hacer sentir mal al otro. Sabemos
también cómo dejar nuestras preferencias como última opción en cualquier
momento, con preguntas tan sencillas como “¿Qué quieres comer? –Lo que tu
quieras amor….” con la intención de
seguir siendo especiales para nuestro interlocutor. ¿Te suena familiar? A mi
sí.
Podría
seguir esta lista de ejemplos donde lo que menos somos, es ser nosotros y lo
que menos hacemos, es lo que queremos. Y ¿sabes? vivir así nos va desgastando
día a día y una mañana nos despertamos sintiendo que queremos escapar de una
vida que no tiene sentido, sintiendo que nunca hemos realmente sabido quiénes
somos y qué estamos haciendo aquí y además, que nos hemos faltado a nosotros
mismos.
Esto
nos sucede a todos, en algún momento de la vida. No te angusties si estas
pasando por ello. A todos nos llega ese día de vernos al espejo y sentir que no
nos conocemos y más allá de eso, sentir que somos nuestros más grandes críticos.
Pero
mi labor en este artículo -esta es la parte que me encanta y que es en realidad
la verdadera razón por la cual me despierto todos los días y constituye mi
pasión- es decirte que es posible vivir diferente, es
absolutamente posible ser tu mismo y sentirte plenamente feliz y a gusto con
quien eres, con lo que haces, lo que piensas, lo que dices, lo que sientes. Eso
se llama “auto-aceptación” y lograrlo
requiere de emprender con decisión el hermoso camino de amarte a ti mismo.
Yo,
al igual que tu, me perdí a mi misma, pase muchos años, pero muchos, dándoles
gusto a todos menos a mi, sacrificando mi tranquilidad, mi paz interior y hasta
mi salud por tener la aceptación de los demás. Como era de esperarse, llegó un
momento en que di tanto que me quedé vacía. Sabes a lo que me refiero. Sentí
que la vida no valía la pena y que nunca podría ser realmente yo. Que mi
esencia, lo que yo era, se había perdido en algún momento de mi vida, tan
lejano, que no podía recordarlo.
Cabe
mencionar que esta necesidad de tener la aprobación de los demás la adquirimos
desde niños cuando estamos aprendiendo a adaptarnos a las normas sociales. Nuestros
padres o cuidadores, con todo el amor y buena voluntad posibles, nos inculcaron
que siempre será bien visto ceder y sacrificarse. Sin embargo, esto que en algún
momento fue parte de nuestra educación, se convirtió cuando adultos en un
sistema de creencias que hoy por hoy sólo nos hacen sufrir, pues nos alejan
cada vez más de nuestra esencia y nuestros sueños.
Como
te decía, a mi también me tocó enfrentarme a mi misma en algún momento, darme
cuenta de que tenía dos opciones: convertirme en mi mejor aliada o perderme
completamente, esto último presentaba un panorama nada alentador y lleno de
miedo y desesperación. Opté por amarme y aprender a aceptarme como soy.
Tomar
la decisión de ser tu mismo y auto-aceptarte requiere de valentía pero jamás
será tiempo perdido. Fortalecer tu autoestima, empezar a tomar riesgos
saludables que le den emoción a tus días y sobre todo, darte cuenta que así
como eres, con todos tus logros y fracasos, aciertos y errores, absolutamente
todo eso que eres tu, así puedes amarte.
Cuando
te aceptas y te amas, puedes mostrarte al mundo con tranquilidad y confianza,
puedes pedir asertivamente lo que necesitas, no tienes miedo de ser como eres,
de decir “no” cuando lo crees necesario, de llorar si te hace falta, de reír a
carcajadas sólo por el gusto de hacerlo. Puedes, en pocas palabras, ser feliz a través
de la paz que te genera la congruencia y la reconciliación contigo.
Puede
ser que pienses que esto no es para ti, que suena como cuento de hadas o que
requiere de un esfuerzo casi sobre-humano para lograrlo. Te puedo asegurar que
es real y que requiere, eso sí, de compromiso contigo y sólo contigo. Tu vida
sólo está en tus manos, nadie más puede ni debe darte lo que necesitas, sólo
tu.
Esa
es la invitación que quiero hacerte hoy: decirte que si hoy estás leyendo esto,
no es casualidad –nada sucede porque sí en la vida- y que tal vez sea hoy el
día en que emprendas el camino de regreso a casa, de regreso a ti. Si decides
hacerlo, el Universo o ese Poder Superior en el que crees, pondrá a las
personas, libros, amigos, conversaciones, señales y cualquier cosa que sea necesaria para
lograrlo. Así funciona.
Estás
aquí para ser tu mismo, estás aquí para ser feliz. Recuerda, nadie puede dar lo
que no tiene, si quieres amor, ámate y acéptate a ti mismo primero. Lo demás,
solo llegará. Siempre.
Nada
que perder, todo que ganar.
Un
abrazo, Mar.
Mar Barbosa
Coach
de Vida, Escritora y Conferencista.
Facebook:
Mar Barbosa
E-mail:
mar.barbosa.c@gmail.com