Cuando sientes que quisieras poder ayudar a alguien que está pasando por una situación difícil, a veces parece que no tenemos manera de hacerlo, quisiéramos entrar en "su mente" y hacerles ver las cosas de otra manera.
Pero cuando recuerdas y asumes que lo que ves en el "otro" en realidad está en tu propia mente, es decir, todo lo que vemos es una proyección de nuestros pensamientos, entonces surge la claridad de que si sanamos lo que está en nosotros que nos lleva a ver la carencia, enfermedad, pérdida etc. en alguien más, puede ser sanado en mi.
Ahí es cuando puedes pedir a ese Poder que te creó, que sane en ti lo que sea que esté contribuyendo a la situación que observas en alguien más. Y desde ese lugar de entrega y apertura, por inspiración sabrás si en el mundo de las formas -físico- puedes hacer algo, o no.
Tal vez esa persona sólo necesite ser escuchada, tal vez sólo necesite que lo veas o la veas sin juicios, sin lástima, sin querer cambiarlo, sin dar consejos y querer que sea diferente.
Tal vez la petición desde un nivel más profundo -bueno, no tal vez, en realidad estoy segura- es que puedas ver SU grandeza y perfección a pesar de las aparentes carencias que se perciben pero que no son reales, pues no son su verdadera realidad. Nuestra verdadera esencia es que hemos sido creados a semejanza de la Perfección, la Abundancia, la Plenitud.
En resumen, ayudar a otros es asumir que puedo cambiar en mi mente los pensamientos que contribuyen a esa situación y dejarme guiar desde el Amor para actuar o solamente escuchar o acompañar en presencia consciente.
De esta forma, dejo que ese Amor, el Poder Creador, actúe a través de mi. Ya no soy yo quien ayuda, la ayuda es proveída a través de mi. Y siempre será a nivel causal -mente- y no a nivel de efectos -acciones-.
Repito, busquemos primero el Reino, y lo demás será dado por añadidura.
De corazón, Mar Barbosa.
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